En el año 1556 en el Asiento de Canata del Valle de Cochabamba, jurisdicción del Cabildo de la Villa de Oropeza (hoy Cochabamba), se registró un litigio entre el curaca de Paria (Oruro), don Hernando Asacalla y los indios Sipesipe por entonces habitantes de los valles de Cochabamba. El testimonio fue presentado por el escribano español don Pedro de Gálvez (escribano del cabildo de la Villa de Oropeza) y juzgado por los visitadores: Juan González, Francisco de Saavedra y Diego Núñez de Bazán.
El proceso judicial surgió a raíz del reparto de ciertas tierras a los encomenderos españoles Juan Polo de Ondegardo y Rodrigo de Orellana dejando de lado a los curacas de Paria (Oruro) que tenían asentamiento en el valle. El curaca de Paria expresaba su disconformidad con esta distribución basándose en los repartimientos de tierras o suyos que hiciera el Inca Huayna Capac al pasar por este sector del Collasuyu, años atrás en un viaje de inspección a todo su imperio llegando hasta el valle de Santiago de Chile. Pues bien, quién era ese tal Huayna Capac que conquistaba y distribuía las tierras?.
Durante miles de años, diríamos unos 13.000, la cordillera de los Andes albergó, en sucesión: clanes de cazadores, tribus de agricultores, comunidades agropastoriles y muchas culturas que en sucesivo turno intentaron poblar y dominar ese amplio y diverso territorio. Los Andes, es un conjunto de muchas montañas tan altas como de 7.000m y que encierran cientos de valles fértiles y un altiplano inmenso. La gran cantidad de energía que representa esa cordillera de 8.500Km de longitud doblega a todos quienes la visitan.
Pienso que la sucesión cultural de esos miles de años originó, en su conjunto, una Gran Civilización Andina y cuyos conocimientos de agricultura, ingeniería, arquitectura, religión fueron sucesivamente heredados entre tales grupos culturales. La culminación de tal desarrollo es, para mí, el Imperio Incaico o Imperio del Tahuantinsuyo (en quechua: Tawantin suyu, las cuatro regiones o territorios): Chinchasuyo al norte, Cuntisuyo al oeste, Collasuyo al sur y Antisuyo al este, todos en relación al Cuzco. A la llegada de los españoles en 1533 a las costas peruanas, el Incaico fue el imperio dominante en Sudamérica.
Este imperio nació como consecuencia de exitosas estrategias políticas y militares adoptadas por un pequeño curacazgo asentado en el valle del Cuzco (Perú), el cual, en un lapso de aproximadamente 300 años su dominación territorial abarcó cerca de dos millones de kilómetros cuadrados entre el océano Pacífico al oeste y la selva amazónica al este, desde las cercanías de Pasto (Colombia) al norte hasta el río Maule (Chile) al sur.
El onceavo rey del Tahuantinsuyo (hijo de Túpac Yupanqui) se llamó Huayna Cápac (Mancebo Poderoso), ascendió al trono Incaico a sus 26 años y gobernó por espacio de 30 años aproximadamente. Este fue un Inca poderoso, sus hazañas de conquista son tan importantes como las de sus dos antepasados: Túpac Yupanqui y Pachacutec, conocidos como los forjadores del Imperio Incaico.
Entre sus hazañas más notables se encuentra la expansión del Imperio en sus límites sur y oeste, Chile y Bolivia actual y respectivamente, llegando a duplicar lo conseguido por sus antepasados. Al sur del continente llegó con sus ejércitos hasta el mismo valle de Santiago y al
oeste hasta el valle de Qochapampa (llanura de lagunas), hoy Cochabamba. En ambos sitios dejó
mitimaes y una gobernación que se encargaría de los asuntos administrativos del Imperio en esas zonas.
Entre otras, dos fueron las estrategias más usadas por los Incas para someter tanto territorio en tan poco tiempo. La primera, y más obvia, la militar. La segunda, mas "pacifica", consistía en el traslado de grandes grupos humanos denominados mitimaes desde territorios leales a territorios recientemente conquistados que generaba, a su vez, el desplazamiento de grupos recién conquistados y no leales a otros territorios. Una vez asentados todos en sus sitios y puestos un par de gobernadores del territorio a la cabeza, iniciaban la producción agrícola del maíz, la papa etc. y, la ganadera de llamas, alpacas y vicuñas para sustento del Inca (la familia gobernante mas propiamente hablando) y del Imperio. Por su parte, la estrategia militar tuvo su base en la conformación de un ejército numeroso y aguerrido conformado, en principio, por los hombres de las primeras comunidades y curacazgos que vivían en los valles alrededor del Cuzco, para posteriormente reclutar guerreros de los nuevos territorios anexados. A parte de la gestión de mitimaes, la sujeción de los territorios se materializó con el uso de una tercera estrategia política, muy eficaz como antigua en Los Andes: la reciprocidad. Esta estrategia, muy usual entre las comunidades andinas ha perdurado hasta hoy. A través de esa reciprocidad se formó el Imperio porque era fuente de recursos, guerreros y mitimaes. (18/02/2024: aquí tengo un comentario a la luz de los cinco principales mecanismos de gobernabilidad y poder en las comunidades andinas: la reciprocidad, los mitimaes, la conquista militar, la dualidad y el feudalismo, lo veremos en detalle en otra entrada).
La jerarquía de mando del Tahuantinsuyo era muy rígida y vertical, pues el denominado Sapa Inca era quien tomaba las decisiones, secundado por los cuatro suyuyoc-apu (jefes de cada uno de los cuatro suyos) que residían en la capital Cuzco. Otros consejeros asesoraban al Sapa Inca en materia judicial, militar o religiosa, además de un grupo de funcionarios que, en su calidad de veedores generales del Incario, se desplazaban por todo el imperio informando al Sapa Inca de cuanto sucedía (todos en su mayoría de la misma familia real).
Cada suyo estaba dividido en provincias o huamani, cuyos límites coincidían a menudo con las fronteras étnico-políticas preincaicas y eran encabezados por los apo o jefes. Las huamani se descomponían a su vez en sectores o sayas al frente de las cuales estaban los tocricoc o gobernadores. Por último, las sayas se constituían a partir de un número variable de ayllus, el núcleo social básico andino de unas 100 familias, donde la autoridad era ejercida por los curacas. Estos ayllus, poseían tierras comunales que eran trabajadas por todos sus integrantes. Las familias tenían, asimismo, una porción de tierra (tupu), para satisfacer sus necesidades. A partir del dominio incaico, los ayllus debieron cultivar tierras para el Sol y para el Inca.
El tucuiricuc, tucuyricuy ó tocricoc (en quechua: tucuy rikuq, "el que todo lo ve"), era un funcionario especial de alto rango. Era enviado por el Inca a las huamanis (provincias) para observar el cumplimiento de los mandatos imperiales.
Alrededor del año 1510, casi 23 años antes de la llegada de los españoles al Perú, Huayna Capac, sus ejércitos y mitimaes, unos 20.000, llegaron al Valle de Qochapampa. En este lugar vivían asentadas y en paz algunas comunidades pertenecientes a la nación Charca, expandida en casi todo el suroeste del Collasuyo (hoy Bolivia). Como ellos eran tan buenos guerreros como agricultores, es posible que se hayan opuesto a la dominación incaica y, estoy seguro que hubieron algunas batallas por ahí para impedir la invasión cuzqueña. El hecho es que, al final, y rendidos al poder incaico, esas poblaciones cochabambinas de "buenos guerreros" fueron desplazadas de su territorio originario a los nuevos límites con los territorios de las tierras bajas, dominadas por las tribus selváticas de los chiriguanos, doscientos kilómetros más al oeste.
Con esta acción desapareció la población originaria del valle de Cochabamba, y se instaló la población mitimae traída del Altiplano, de Ecuador, de Perú y Chile (obviamente no existían esos países en esa época, solo se mencionan para situar al lector en un espacio geográfico conocido).
El Repartimiento de las tierras de Cochabamba (en Bolivia), hecho por el Inca Huayna Capac a los indios mitimaes: canas, carangas, collas, quillacas, soras, y otros traídos a este fin, eran cuatro "chácaras" fértiles y bien regadas. Estas comprendían vastos terrenos de cultivo entre los ríos Condorcillo (hoy Rocha) y Vilaoma (Viloma), desde Puntiti (Sacaba) y Tapacarí. El Sapa Inca en persona hizo una detallada repartición de tierras entre los miembros de su séquito dejando a los 14.000 "mitimaes de muchas naciones de indios", agrupándolos por afinidad cultural para que trabajasen y beneficiasen las ricas tierras en provecho de la economía redistributiva del Imperio.
Volviendo al juicio de 1556, los jueces preguntaron a los testigos, curacas indios importantes que vivían en el valle, y ellos respondieron asi:
" ... Preguntados (los testigos) que antes que los indios soras entrasen a este valle y los charcas y tocpas y demás indios que al presente están en ellos, de qué indios estaban poblados estos valles: dijeron que de indios chuyas y cotas, de los que están ahora en Pocona .. ".
" ... Fueles preguntado que por qué el dicho Huayna Capac no dio algunas: tierras a los dichos chuyes y cotas, pues eran naturales; dijeron que por ser hombres buenos para la guerra los pasó allí (Pocona y Pojo) y no les dio tierras en estos valles ... ".
". . . Fueles preguntado que si los echó por guerra o de paz, o por qué causa; dijeron que los mandó que dejasen este valle y se pasasen a las fronteras de los indios chiriguanos, y así se fueron a Pocona y a Pocco". Esta última zona es la actual Pojo. Ambos al sudeste de Cochabamba y en los limites con la selva chiriguana.
"Y fueles preguntado si saben que para el efecto que no huviese descuido en lo susodicho y lo sembrasen y cogiesen al tiempo, y para que en lo que se cogía oviese rrecaudo y no se tomase ni hurtase cosa alguna de ello, tenia el Ynga puestos mayordomos yngas, en el dicho Valle, los cuales tenian cuidado de los susodicho, y de castigar aquien hazia lo contrario; digan lo que saben, por tener como tenia aquel Valle de Cochabamba por cosa propia suya".
El testigo indio Don Alfonso Tumire respondió: "vio que pa el efecto estaban puestos por Guayna capa eneste valle de Cochabamba dos yngas sus capitanes que se llamaban el uno Topa y el otro Curimayo y éstos tenian cuydado de todos los yndios mitimaes de las tierras y de sembrar y coger y enviar el mayz al Cuzco y ahzer lo demas quel Ynga les enviaban mandar que siempre le venyan mensajeros del Ynga de los que avia de hazer y quell Ynga dezi queste valle de Cochabama era suyo todo y por suyo lo tenya".
Una vez establecido el reparto de las tierras de cultivo o "
chácaras" en el nuevo territorio conquistado, dejó el Inca perfectamente organizado el funcionamiento de las nuevas comunidades, bajo
dos tucuirícuc llamados:
TOPA y CURIMAYO que tenían a su mando a otros
curacas menores al mando de los
ayllus mitimaes. A partir de esta época en el valle de Cochabamba comenzó a prosperar la agricultura con las técnicas incaicas de aterrazamiento, irrigación y el cuidado de la tierra. Se llenaron de maíz y papa las "
kollcas" de
Cotapachi (Quillacollo) y de allí se enviaba el producto hacia Paria (Oruro) en los rebaños de llamas de los
Sipesipes, para después enviarlo al Cuzco y a otros
tambos para su depósito. Con la producción del valle de
Qochapampa y otros de la región, Paria, en Oruro, fue un centro importante dentro del
Collasuyo. Allá se reunían y se repartían los productos y, en el gran
tambo se concentraban los ejércitos a su paso hacia y desde el Cuzco, espectáculo deslumbrante si pensamos que el movimiento de tropas se contaba por miles.
Siguiendo la tradición andina de la dualidad en el liderazgo (Hanan y Urin), Topa y Curimayo fueron elegidos por el Inca de entre los hombres más sabios y justicieros de la nobleza cuzqueña. Aún cuando no era un cargo perpetuo ni hereditario, ellos se lo tomaron con la seriedad que el caso ameritaba.
En el valle de Qochapampa, hubo muchas villas de mitimaes (la mayoría ubicadas al oeste y norte de la actual ubicación de la ciudad de Cochabamba). Pero la villa incaica propiamente tal, probablemente se asentó en la zona de Incacollo (cerro del Inca), un barrio al Este y en las huertas de Cala Cala al norte de la actual ciudad. Quizás, allí tendrían sus palacios y viviendas para cuando llegaran de inspección. Allí también vivía todo el ejercito administrativo incaico encargado de administrar el valle. Por turnos, Topa y Curimayo, viajaban periódicamente por todo el territorio y se presentaban en forma sorpresiva por cualquier lugar, observándolo todo tranquilamente y enviando los informes correspondientes al Cuzco. Una vez en el lugar mostraban el hilo de la mascapaicha (la borla imperial) que el Inca les había entregado como señal de la gran autoridad que les daba.
Según las responsabilidades propias de cada parcialidad Hanan y Urin, igual que en todo el Imperio, Topa y Curimayo como gobernadores del valle de Qochapampa, tendrían las siguientes responsabilidades:
- Supervisar la labor de los funcionarios que tenían a su cargo las divisiones administrativas, es decir a los huno-camayocs (jefe de diez mil familias), huaranga-camayocs (jefe de mil familias), pachaca-camayocs (jefe de cien familias) y chunca-camayocs (jefe de diez familias), en lo concerniente al cumplimiento de las ordenanzas religiosas y del Inca.
- Administrar, en la provincia, el movimiento de los mitimaes, la distribución gratuita de tierras al pueblo (hatunrunas).
- Controlar la producción agrícola y las necesidades generales del Imperio y de los ayllus.
- Vigilar el aprovisionamiento de los tambos, el reclutamiento de hombres para la guerra, la selección de mujeres para los acllahuasis (casa de las elegidas).
- Recoger los tributos para remitirlos al Cuzco.
- Asumir el papel de juez (taripa-camayoc), atendiendo quejas y demandas, e imponiendo penas. Podían incluso aplicar la pena de muerte en casos especiales.
- Adoptar el papel de autoridad casamentera o “repartidor de mujeres” (huarmicocoq), es decir, celebrar los matrimonios.
- Visitar las obras públicas: caminos, tambos, collcas, templos, puentes y recomendaba las medidas pertinentes para determinados trabajos.
- En situaciones graves, como guerras y rebeliones, destituir al curaca y asumir el mando.
- Al regresar al Cuzco presentar al Inca un minucioso informe.
Es de imaginarse que durante los casi 15 años después que duró el reinado del gran Huayna Capac al mando del Imperio Inca,
Topa y Curimayo gobernaron diligentemente el valle de
Qochapampa, ya que en ese periodo la producción enviada al Cuzco sirvió para la guerra contra los rebeldes Pastos del Norte del Imperio en la zona de Ecuador. La producción de maíz siguió enviándose hasta la muerte por viruela del Inca e incluso más allá, pese al cisma producido por las guerras entre sus hijos Huáscar y Atahualpa.
Después de Huayna Capac, nunca más ningún Inca visitó este valle. Ya después de la conquista española, y mientras llegaban los primeros pobladores ibéricos en 1548, la mayoría de los mitimaes de Qochapampa habían retornado a sus lugares de origen y sólo quedaron aquellos que estaban registrados en las encomiendas de Juan Polo de Ondegardo y Rodrigo de Orellana. La producción de maíz continuó para, esta vez, alimentar al régimen colonial español.
Y qué pasó con las edificaciones y villas incas de Cochabamba?, cedieron su paso a la urbanización y hoy solo queda un recuerdo descrito en la memoria de los historiadores.
Referencias:
1.- "EL ORIGEN DE LA NOBLE VILLA DE OROPESA - LA FUNDACION DE COCHABAMBA EN 1571 POR GERONIMO OSORIO, José Macedonio Urquidi, Cochabamba, 1970.
2.- "REPARTIMIENTO DE TIERRAS POR EL INCA HUAYNA CAPAC (TESTIMONIO DE UN DOCUMENTO DE 1556)", Adolfo de Morales (Director, Archivo Histórico Municipal de Cochabamba), Ricardo Céspedes Paz., Geraldine B. de Caballero (Directora del Departamento de Arqueología), Adolfo de Morales, Departamento de Arqueología, UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN SIMON, Cochabamba, Mayo de 1977.
3.- "YO SOY EL PRIMER POBLADOR QUE ENTRO EN ESTE VALLE - Garci Ruiz de Orellana - Origenes de la Villa de Oropesa del valle de Cochabamba 1548-1593", Rolando A. Balderrama Román, Grupo Editorial Quipus, abril 2016.
4.- http://www7.uc.cl/sw_educ/historia/conquista/parte1/html/h72.html